Arquitectos: El "Hollywood de pueblo" que ha aparecido en uno de los barrios más olvidados de Madrid

2022-06-18 22:16:16 By : Ms. Wendy Wang

Al poco de abrir el restaurante, una vecina de etnia gitana llamó a la puerta y preguntó: "¿Puedo entrar?". La dueña, la extremeña María Moreno, periodista, guionista y modelo, le respondió que por supuesto. ¿Por qué no iba a poder? La mujer le contestó: "Es que me han dicho que es solo para famosos". Moreno cuenta la historia en el patio de inspiración extremeña del Come Bebe Ama, un oasis en mitad de la colonia Tercio y Terol.

Si a uno le soltasen en mitad de Tercio y Terol y tuviese que deducir dónde se encuentra, observando las casas de dos pisos de color terroso o escuchando el canto de los pájaros, tal vez respondería que en mitad de un pueblo toledano, pero no es así. Estamos en pleno Urgel (Carabanchel), al lado de Madrid Río. Apenas a cinco minutos de Plaza de España en coche, en el corazón de Madrid. Pero esto no parece Madrid, parece Kansas. O Madridejos.

Actores de famosas series de Netflix, presentadores o ‘streamers’ viven en sus calles

El restaurante abrió sus puertas en la Nochevieja de 2020 en lo que fue el Hogar Castro, el bar de toda la vida de la colonia. Las antiguas fotos muestran tapas de ensaladilla rusa, servilleteros clásicos y viejos muebles de madera a punto de ser ‘vintage’. Hoy todo eso ha sido sustituido por el wagyu y una decoración más acorde con un restaurante de Chueca. El Come Bebe Ama es el símbolo del cambio que se está produciendo en el Tercio, una antigua y humilde colonia construida durante el franquismo que poco a poco está cambiando su fisonomía.

Hace apenas una década, era una colonia envejecida donde sobrevivían los antiguos pioneros; poco a poco, estos fueron sustituidos por gente del mundo de la cultura, arquitectos, profesores. Hoy, los vecinos susurran nombres de celebridades avistadas en sus calles. Que si actores de algunas de las series más famosas de Netflix, o presentadores de informativos, o ‘streamers’ humoristas, o tertulianas, o políticos de partidos emergentes. Y Willy Toledo.

La extremeña Moreno, periodista, guionista y modelo, abrió las puertas del restaurante junto al actor Daniel Holguín, a quien recordarán de películas como ‘La voz dormida’ o series como ‘La princesa Paca’, y que se instaló hace 14 años en la colonia, cuando todavía no era lo que es hoy. "Yo siempre he sido partidario de descentralizar las capitales, así que, cuando lo abrimos, buscamos escapar del ruido y de los precios del centro", explica con el delantal de chef puesto. "Esto es un oasis donde pueden venir actores, directores, productores y estar tranquilos, no se les incomoda como cuando van al centro".

Durante las noches, los vecinos observan desde detrás de las verjas de sus casas el trasiego de taxis que recorren esas calles con nombres de reyes godos para recoger y depositar a sus nuevos vecinos. Esta brecha se refleja también en los resultados electorales. El Tercio es uno de los pocos reductos donde Más Madrid alcanza al PP al otro lado de la M-30. "Hay vecinos que nos ha recibido bien, como algo que ha revitalizado el barrio, pero otros tienen reticencias, y que nos dicen que les estamos quitando aparcamientos o que somos muy caros para el barrio en el que estamos", añade Moreno. De hecho, apenas quedan comercios en el resto de la colonia. Allá donde abarca la vista solo se ven pequeñas y tranquilas casas, y el Come Bebe Ama se ha convertido por defecto en el centro de reunión.

"Se venden casas sin reformar por una burrada, ni siquiera llegan a anunciarse"

"Me acuerdo que hace unos años salía a tirar la basura en el mismo contenedor que los actores de ‘Al salir de clase’, de hecho ya lo empezaban a llamar 'Beverly Urgel", recuerda María, una antigua vecina que se crio en una de las casas que se encuentran enfrente del restaurante y que abandonó la colonia hace unos siete años, cuando su familia vendió la casa. Otros lo han llamado 'Hollywood de pueblo' o lo han comparado con Laurel Canyon, la colina de Los Ángeles donde se instalaron músicos y actores a finales de los 60. "Supongo que fue un efecto de redes, en plan ‘mira, aquí puedes comprarte una casita por 200.000 o 250.000 euros, aunque tengas que meterle pasta para reformarla te queda una maravilla, porque tienes un chalecito al lado de Madrid Río".

Hoy, la mayoría de casas se venden por 300.000 o 400.000 euros, como se puede comprobar con una simple búsqueda en páginas como Idealista o Fotocasa: chalés adosados con patio interior al estilo del sur, ideal para parejas o familias. El principal hándicap, en muchos casos, es el coste de la reforma integral de la casa, como le ocurrió a María, lo que obligó a vendérsela a su familia. Como recuerda Mar Barbero, arquitecta de la Universidad Politécnica de Madrid y vecina, por ese precio no te compras "ni un solar" en la mayor parte de Madrid.

Como en un pueblo del Oeste, la principal referencia de Tercio y Terol es el depósito que servía de centro simbólico para los vecinos ante la ausencia de iglesia, y que hoy, ilustrado con la efigie de una chulapa, se ha convertido en un icono instagrameable. Son 677 viviendas en 10 hectáreas repartidas en forma de cuadrícula alrededor de esa plaza donde hoy se encuentra el restaurante. A su alrededor, se encuentran el Alto de San Isidro y el Polígono Los Cármenes y, no muy lejos, Caño Roto, el célebre poblado dirigido que vio nacer a Los Chorbos o Las Grecas. Los tres están considerados como barrios vulnerables según el MITMA.

"Las casas son chulísimas, dúplex con un pequeño patio (un tesoro en Madrid) y es muy tranquilo, parece un pequeño pueblo en mitad de la ciudad, con las casas bajas y los pájaros piando", explica Isabel, una de esas vecinas del otro Carabanchel que se pasea con envidia por sus calles. "Es normal que la gente quiera vivir ahí porque se encuentra un barrio que hoy es céntrico, con el Metro al lado y con viviendas que no están mal de tamaño, que no son grandes, pero tienen un jardín que al principio era más bien un patio-corral porque la idea era que fuesen autosuficientes y pudiesen cultivar su pequeño huerto o instalar un taller", coincide Luis Moya, catedrático emérito de la Escuela Superior Técnica de Arquitectura de Madrid de la Politécnica de Madrid y sobrino del arquitecto Luis Moya Blanco, que planificó la colonia durante los años 40.

Entre 2015 y 2020 los alquileres han subido de media en San Isidro un 66%. En Tercio y Terol, se sitúa en línea con el resto de la ciudad, con un 16%. Sin embargo, como recuerdan los vecinos, no es una zona donde se prodigue el alquiler, sino la compra; y el gran empujón se ha notado a partir de 2020, después del confinamiento, cuando la gente reparó en el atractivo de tener un patio en la parte de atrás de tu casa. Como explica otra antigua vecina que adquirió a su familia una de las casas de la parte norte, los precios ya son muy superiores a 2019: "Ya se veía que esto iba a más, ahora ni siquiera llegan a anunciarse, se venden muy rápido".

Para entender el atractivo de la colonia hay que remontarse a sus orígenes, cuando fue planificado como uno de los barrios de promoción oficial pública más ambiciosos de los años 40 por Regiones Devastadas: su territorio había quedado destruido durante la guerra. Como recuerda Barbero, es un magnífico ejemplo de la mejor planificación urbana de la época, y un importante patrimonio que ha llegado hasta nuestros días. El Tercio Terol fue pensado en un primer momento como una colonia para adeptos al régimen, explica Moya, que acaba de publicar el ‘Atlas de la vivienda pública de Madrid 1940-2010’, pero sus habitantes terminaron conformando una mezcla más heterogénea.

El 'boom' se produjo en los 90, después de que las familias pudiesen comprar sus casas

Aquí es donde las versiones y los recuerdos difieren. Una vecina llamada Lori explica que ella fue realojada a la colonia a principios de los 50 desde el asentamiento de San Pascual, donde vivía en una cueva. Aunque Moya explica que las viviendas eran unifamiliares, la vecina matiza que su familia se instaló en una de las casas más pequeñas con otro hombre, algo que era relativamente común. Apenas recuerda dos militares en toda la colonia. Coinciden otras vecinas: "Aquí vivían republicanos, a mi vecino de enfrente se lo llevaron al Valle de los Caídos y allí murió".

Nicolas Sánchez fundó la Asociación Vecinos Tercio Terol a mediados de los años 70, una de las más activas de todo Madrid, y a sus 77 años, sentado en la sede de la asociación, añade: "Aquí había dos casos, el de los policías o funcionarios del Estado y los que traía Regiones Devastadas". Cuando el extremeño abrió la asociación hace casi medio siglo, las calles no estaban asfaltadas ni había iluminación. Pero, como cuenta décadas después, fue el ansia de libertad y democracia lo que le hicieron ponerse en marcha ante los problemas que surgían, como las dificultades de integración de los inmigrantes o la droga. "Montábamos partidos porque alrededor de una pelota nadie discute, a la gente le da igual si eres de aquí o de allí".

Los documentos de la época muestran que la colonia se planteó como un pueblo autosuficiente, con su iglesia en el centro y soportales casi herrerianos. Al final, como recuerda Moya, se impuso lo práctico y se construyó mucho más rápido, "pero con cuidado a pesar de los materiales pobres". "Fue un proyecto muy bien pensado, hay muchos ejemplos de soluciones bien planteadas, y sé que mi compañero Valentín Berriochoa lo reformó muy bien en los años 90". Sin embargo, las reformas eran en algunos casos inasequibles para las familias, que "se fueron a Getafe".

Era un barrio "humilde", como recuerdan los antiguos vecinos, en el que muchas familias tenían animales, el gallo cantaba al alba y en todos los patios había nísperos, higueras o parras. Sánchez emigró desde Extremadura, porque, como cuenta, pasar de trabajar de lunes a lunes a librar un día a la semana era todo un avance. La mayoría de los vecinos provenían de allí o de Andalucía y se instalaron en casas de dos pisos que en algunos casos no tenían más de 50 metros cuadrados y un patio, y que han llegado bastante bien a nuestros días gracias al mantenimiento del IVIMA.

"En un mes, las casas ya se estaban vendiendo por el triple de precio"

El barrio ha sido ocasionalmente conflictivo. Una vecina recuerda que en los 90 "no se podía cruzar Alarico sin que te tirasen piedras"; otra, que todos los coches de su calle amanecieron saqueados una mañana. El origen del ‘boom’ de la colonia se encuentra durante los años 90, cuando la mayoría de sus primeros habitantes ya eran ancianos. Fue entonces, en 1994, cuando se dio la oportunidad a los inquilinos de adquirir en propiedad las viviendas en las que vivían. La Asociación no consiguió ningún tipo de protección especial, aunque lo intentaron. "La gente las podía comprar, la más pequeña como la mía, por 2.700.000 pesetas, y la más cara, por 3.200.000", recuerda Sánchez. "Al mes, la primera que se puso en venta, ya lo hizo por 12 millones". No había ninguna traba jurídica; aunque se estableció una cláusula de protección de 25 años, "el PSOE no nos hizo caso y nunca se aplicó", lamenta.

Fue a partir de ahí cuando la colonia empezó a cambiar, a medida que una generación iba siendo sustituida por otra. "Muchos autóctonos se llevaron a los padres a la residencia, o murieron y han vendido la casa", explica Sánchez. A lo largo de ese proceso, fueron cerrando los pequeños comercios que había en las casas centrales, como la carnicería o el ultramarinos. La llegada de los nuevos vecinos ha cumplido una nueva función. Por una parte, rejuvenecer sensiblemente la edad media del vecindario y, por otra, como desliza el presidente de la Asociación, revalorizar sustancialmente las propiedades.

"Está cerca del Metro, tiene buena comunicación y el ambiente es de pueblo", recuerda. "En Madrid, muchos actores no se pueden comprar un chalé en la sierra, así que se vienen aquí". Como recuerdan Moreno y Holguín, muchos de sus compañeros (actores, músicos, artistas) han conocido el barrio gracias al restaurante y, poco a poco, han empezado a moverse al otro lado del río. Al extremeño le gustaría revitalizar el barrio y que el Come Bebe Ama fuese su centro (están negociando una licencia para poder hacer eventos y conciertos), quizá con una asociación cultural en la que se integren los nuevos vecinos y que dé respuesta a sus necesidades. Mientras tanto, a la puerta del local, un paisano sentado a la sombra en plena ola de calor observa a sus vecinos de local, los actores que han venido a cambiarlo todo.

Donde hay bonanza, siempre aparecen tensiones. En 2019, al final del mandato de Manuela Carmena, el Ayuntamiento de Madrid aprobó un Plan Especial de mejora de las condiciones del Área de Planeamiento Urbanístico que admitía la construcción de cuerpos secundarios de edificación. Es decir, ampliaciones de vivienda en la primera planta que han permitido revalorizar algunas de las viviendas, por ejemplo, construyendo nuevos aseos o dormitorios.

"Si se permiten estas aberraciones constructivas, terminarán destruyendo la colonia"

Solo algunas. Otros vecinos se quejan de que este plan está suponiendo la destrucción de la homogeneidad de la colonia y la depreciación de otros inmuebles, ya que estas ampliaciones tapan sus patios. Paloma, una vecina, muestra un ejemplo: su vecino ha ampliado la parte trasera de su casa, por lo que su patio se ha quedado sin luz ni vistas. Insiste en que su vivienda ha perdido entre un 30 y un 50% del valor, por lo que, si lo llega a saber, no habría hecho esa inversión. Insisten en que el problema no son los vecinos, mucho menos los actores. De hecho, los inquilinos de Paloma que nos abren la puerta son una pareja de intérpretes. El problema es la normativa.

Desde las calles de la colonia pueden observarse algunas de esas ampliaciones que se ciernen sobre los patios. Estos vecinos consideran que este proceso, ligado a la especulación, ha supuesto la pérdida de la protección especial de la colonia. "Si se permiten estas aberraciones constructivas que estamos viendo con la modificación del plan, terminarán destruyendo la colonia a favor de la especulación, puesto que la modificación de la normativa se ha hecho sin hacer una consulta abierta y pública a la totalidad de los vecinos explicando realmente los objetivos del cambio", explican.

Las quejas señalan directamente a la asociación como promotora del plan, al no informar de cambios como la construcción en primera planta. Sánchez responde que las cosas no son así, y que ha habido un poco de mala fe por parte de sus vecinos: "No es verdad, se les informó debidamente, ha habido asambleas y han venido los técnicos, pero entiendo que también tienen derecho a quejarse". Tanto unos como otros están de acuerdo en que el plan está aprobado, y que es muy difícil cambiarlo en cuestión de años, por lo que las vecinas han buscado apoyo por parte del concejal de urbanismo del Ayuntamiento apelando a razones de conservación del patrimonio, que les ha prometido que estudiaría el caso.

Para Gema Gracia, una de las promotoras y vecina desde los años 50, "lo que está pasando es un proceso de gentrificación de libro que, además, está acabando con el buen ambiente del barrio". Luis Moya es salomónico: "Por una falsa idea de ayudar a la gente, en el Ayuntamiento de Carmena, que ha hecho cosas muy buenas, tenían la idea de que dando más edificabilidad sobre rasante (el plan anterior era en el sótano) estaban compensando unas viviendas que no eran muy grandes", valora. "Eso ha provocado que se estén desvirtuando las casas en las que han intervenido, convirtiendo lo que antes era un ‘hotelito’ obrero en ‘chalecito’, que es un concepto distinto. Yo entiendo que haya aumento de volumen, pero lo malo, si me pongo en plan profesorcillo de Urbanismo, es que, cuando no se sabe cómo es el barrio y se aplica algo así, pueden ocurrir cosas peligrosas".

"Dicen que vivimos en una burbuja, pero todos me conocen en el barrio"

El catedrático, ya jubilado, se lanza a filosofar respecto a la gentrificación, el término que aparece una y otra vez cuando se habla de Tercio Terol. "En una sociedad inculta la gente piensa que la gentrificación es tener una casa más grande, pero también hay gente ilustrada que saben entender el espíritu del lugar y que suponen también una cierta gentrificación a pesar de ello, gente que, aunque tiene medios, no quiere cambiarlo", añade.

La línea es difícil de trazar, porque todos los vecinos insisten en que la convivencia es buena, pero Holguín y Moreno recuerda que no siempre es fácil. "Tenemos que adaptarnos al barrio y el barrio tiene que adaptarse a nosotros", concluye el primero. "Podríamos haber abierto un bar de raciones, pero no queríamos hacer eso, queremos cuidar el producto, que el cliente se lleve una buena experiencia: nuestra filosofía es no poner en la mesa nada que no me llevaría a la boca. Hay quien dice que vivimos en una burbuja, pero en el barrio todo el mundo me conoce".

Faltan apenas unos minutos para que el restaurante abra sus puertas y los "famosos" empiecen a entrar. Y, con suerte, algún vecino, como los que poco a poco van aceptando que el Hogar Criado es ahora un Gastro Home.

Al poco de abrir el restaurante, una vecina de etnia gitana llamó a la puerta y preguntó: "¿Puedo entrar?". La dueña, la extremeña María Moreno, periodista, guionista y modelo, le respondió que por supuesto. ¿Por qué no iba a poder? La mujer le contestó: "Es que me han dicho que es solo para famosos". Moreno cuenta la historia en el patio de inspiración extremeña del Come Bebe Ama, un oasis en mitad de la colonia Tercio y Terol.